ADVERTENCIA: Atroz es sólo para personas con un estómago fuerte.
De manos de Lex Ortega, nos llega una cinta que había permanecido mucho tiempo en la congeladora. Y no es para menos, ya que retrata con violencia gráfica las andaduras de un par de psicópatas en un México donde el 98% de los crímenes quedan impunes.
A Lex lo recordamos principalmente por su antología de terror, México Bárbaro, aunque tiene una carrera iniciada desde hace 15 años, participando como escritor, director y diseñador de sonido, principalmente en filmes de horror extremo (gore y pseudo-snuff).
En su opera prima se rodea de algunos talentos conocidos, como Aleyda Gallardo (El verdugo, La vida loca, Arma Letal 5) y Orlando Moguel (600 Millas, Crónicas chilangas, Nada Personal), aunque el resto del elenco se compone de actores menos conocidos y, hasta me atrevo a decir, de personas que nunca actuaron en su vida. Por supuesto, con la personalidad narcisista Lex, sin duda tomó el papel central de la película.
Goyo (Lex Ortega) y Gordo (Julio Rivera) parecen ser los típicos machos capitalinos que gozan al perseguir a mujeres por las calles, regocijándose con su mente enfermiza. Pero pronto veremos que el fondo no llega ahí, sino que mucho más profundo y turbio. Precisamente, es un accidente provocado por conducir en estado de ebriedad el que los pone en las manos de Félix (Orlando Moguel), un comandante de policía que parece conocer a uno de ellos. Pronto inicia una investigación in situ y logra descubrir parte de lo que hay detrás de estos dos personajes.
A la cinta se le pueden perdonar errores técnicos, tomando en cuenta la dificultad que representa hacer buen cine gore en México. De hecho, podríamos considerar que es un sub-género que se encuentra en riesgo, si no desaparecer, sí de vivir una de sus peores etapas desde su aparición.
Pero no… el problema principal de Atroz no recae en la técnica, pues Lex Ortega y Abigail Bonilla han hecho un buen trabajo en dirección de arte y decoración. Incluso, el diseño de sonido y los arreglos musicales son bastante decentes. Podríamos decir que estamos ante una muy competente cinta gore. Más bien, es la falta de justificación -no para la violencia gráfica, pues se entiende que siendo cine gore veremos escenas muy fuertes- de la revelación que se da al final de la cinta, y que suena bastante más a un deus ex machina, porque no se deja ver dentro del resto de la trama, lo que implica que faltaron sembrar minas (o séase, más horas nalga al escribir el guión), y otro de los aspectos menos abarcados fue la exploración de Félix, un personaje interesante, que queda como el comandante de policía, pero que podría haberse explotado de mejor manera. Y si bien es cuestionable la forma tan vertiginosa en que un adulto se puede convertir en psicópata, les doy el beneficio de la duda, pues no sabemos cual fue el antecedente a lo que podemos observar en alguna parte de esta película.
Finalmente, queda advertir a la gente que, sí, Atroz es una de las cintas más violentas filmadas en México, y que no es para todo público, sino sólo para aquellos que disfrutan del cine gore y pseudo-snuff. Esta cinta tiene mucho de ambas sub-categorías. En Atroz vemos la influencia que han tenido en Lex Ortega otros grandes directores del género, como Ruggero Deodato (Holocausto Canibal, Campamento del Terror), por sus escenas sumamente convincentes y crueles. Una crueldad que no está muy lejos de ser real.
