“Su marido era insufrible», era su frase inicial de sus charlas puntualmente matutinas.
!No podrás creerlo, lo hizo de nuevo!, continuaba ella, yo con una sonrisa, y ofreciéndole té, respondía: todo estará bien, y así por media hora los 7 días de la semana.
Era mi forma de pagar mi karma.
Mi cabeza preguntaba seguido, ̣tan mala he sido para pagarlo de esta manera, solo porque le daba unos toquecitos de arsénico de vez en cuando en su taza de té.
Pero terminó razonando: la insufrible era ella, su marido es un santo y un buen esposo.
Categorías