Consecuencias, una palabra muy fuerte, la menciono porque en una de esas grandes ideas que me llegan a la cabeza (y créanme cuando se me mete algo, nadie me lo saca) para crear según yo cosas nuevas para la página, así que decidí cambiar de aires e irme a un lugar diferente para inspirarme y escribir (obvio en casa no se puede, mi marido y mi perro, bueno, creo que no hay mejor pretexto), tomé rumbo al parque de Linconl Park, llevaba mi laptop, cuaderno, un café, etc., El ambiente se sentía algo fresco, ya saben Chicago y sus inviernos realmente largos.
Ahí estaba yo, sentada en el pasto, disfrutando la vista, buscando mi inspiración, y de la nada apareció, un chico no se dé unos 25 años, short, camiseta, alto, fornido, realmente antojable, y comencé a escribir, imagine tantas cosas, ya saben mi imaginación a todo lo que daba.
Cerré por un instante mis ojos, para recrear lo que imaginaba; pero cuando los volví a abrir ya no estaba ni el chico, ni la compu, ni mis cosas, me había quedado dormida.
Me levante como loca gritando (ya sé que raro, si yo nunca hago eso), fue raro, se supone que es un parque muy seguro, así que comencé a buscar por todas partes, comencé a sudar como si fuera verano (aclaro, no eran bochornos) y entonces alcance a ver a un grupo de niñetes viendo y riéndose, sí, los muy canijos tenían mi laptop.
Respire profundo, me acerque a ellos de un modo según yo provocativo, les arrebate mis cosas y corrí como desesperada, de la vergüenza que me invadía.
Lección aprendida, buscar inspiración en otro lugar (está bien, tal vez en casa no sea tan malo), no quedarse dormida en cualquier lugar, y por supuesto no hacerlo en donde uno pueda exponer sus escritos a extraños y más cuando el escrito comience con: era una noche para los dos.
