Llega la temporada en la que tomó la decisión de cambiar mi corte de cabello y aunque aún no he podido encontrar un estilista que deje mi cabellera como de artista aquí en Chicago, creí haber tenido la fortuna de tener buena suerte en eso.
Así que anoche, mi esposo y yo fuimos a cambiarnos el look, según nosotros para vernos más jóvenes y frescos (no es que lo necesitemos), y como sabrán cuando se me mete algo se me mete.
Así que decidí escoger el lugar, según los reviews en Internet (sí, mi hija me enseña como buscarlos) está estética era la mejor de la zona, y así era, el lugar era acogedor, limpio, los empleados muy atentos, muy monos.
La señorita que me atendió me habló en un ingles, que casi no le entendía, era Ukraniana; comenzó a decirme que había un nuevo corte, que era el de moda, que me vería excelente, que iba conmigo que vería a la nueva yo.
Así que con lo poco que entendí acepte y me puse en sus manos, así la mujer comenzó a cortar. Y como he tenido días largos, comencé a cabecear y cuando me dí cuenta que me quede dormida, ya tenía una maquina pegada a mi cabello.
Confiada cerré de nuevo los ojos, esperando a esa nueva yo.
Cuando por fin terminó la chica de hacerme ese moderno corte, mi reacción lo dijo todo, tenía un nido de pájaro en la cabeza, no tenía forma, el color era espantoso, me veía vieja y mi esposo riéndose a carcajadas.
La mujer muy decidida de su gran trabajo, comenzó a tomarme fotos que para su portafolio, ella muy orgullosa del resultado y yo estaba a punto de entrar en pánico, bueno ya estaba en pánico.
Comencé a maldecir en español; nunca pensé que mi florido vocabulario saldría a flote, mi esposo me saco de ahí como pudo.
Así que hoy estoy en otra estética, a punto de casi raparme y con la esperanza de que mi cabello crezca rápido (espero a mi edad así sea), y de verdad comienzo a creer que las nuevas modas tampoco van conmigo.
Y mi esposo ahora me dice de cariño, mi lindo ruiseñor (casi lo mato).
