Después de unos días de calma y que el clima en la ciudad de los vientos ha ido en aumento, muchos lugares han comenzado a abrir en su totalidad y con ello se han abierto las playas y albercas comunitarias.
Realmente estoy muy contenta porque después de un año muy caótico, la vida comienza a tomar su rumbo nuevamente, y así como todo va ahí voy yo también, con buenas cosas, el libro ya casi terminado, mi blog casi al 100 y mi actitud igual de bueno como los chicos sin camisetas que veo pasar a diario por la ventana de mi mini oficina.
Siempre he sido una mujer menuda, que por mas que he querido ponerme a dieta o ejercicios, me he dado cuenta que es como las matemáticas en la secundaria, ni a coconazos entran.
Pero, se que también ya no soy una niña y debo comenzar a ocuparme mas de mí, en especial del peso porque ya saben entre más edad los kilos de más son más difíciles de quemar; ojala se perdieran esas grasitas de más cada que miento la madre, me estreso, o cada que me saboreo en mi cabeza a esos muchachillos musculosos sabrosotes.
Bueno, comente que abrieron las piscinas, y pues hay una muy cerca de casa, y debo confesar que aunque amo el agua (soy piscis) soy muy mala nadadora, y la ultima vez que intente aprender a nadar el maestro casi terminó demandandome porque casi lo ahogo; pero este año me propuse a simplemente dejarme llevar.
Pero debo admitir que mi pequeño problema de ansiedad (está bien, es enorme) hace que, cada vez que pienso en zambullirme en una alberca mi cabeza empiece a pensar en mil catástrofes antes de entrar en una piscina, tanto que he llegado a ver como muero literalmente ahogada mientras todos me observan.
Así que decidí que esté año no lo pasare mal y lo disfrutare, así que me metí a San Amazon (ya saben, también soy adicta a las compras) y estuve buscando algún chaleco salvavidas, algún inflable o algo muy parecido.
Y pues llegaron hoy mis nuevos flotadores, por supuesto mi esposo y en especial mi hija se rieron de mí, y ya me casi prohibieron ir así a la alberca comunitaria.
Mis flotadores son de esos que se ponen en cada brazo, son de Bob esponja (que, a pesar de mi edad aun me siguen gustando las caricaturas), la verdad están monísimos, y como no soy una mujer muy alta se que puedo pasar hasta por una niña y nadie se dará cuenta.
Pero mi hija está totalmente en desacuerdo, dice que a mi edad (aun no llego ni al 4to. piso) ese tipo de salvavidas ya no me quedan y que solo lograre avergonzarla, pero yo lo hago por mi seguridad, por la de ellos y en especial por los demás nadadores.
La ultima vez que me metí al agua, llegaron los encargados del lugar porque creyeron que estaban matando a alguien, pero no es mi culpa que mi esposo no me haya agarrado bien cuando intente brincar a la piscina. Así que para evitarme penas, compre estos lindísimos flotadores.
Aunque ahora que lo pienso, ojala existieran esos tipos de flotadores para cualquier situación de la vida diaria, así super bonitos, divertidos, harían que la vida se sobrellevara mejor y uno se sentiría mas seguro, como cuando eramos niños y sabíamos que nada pasaría y solo se pensaba en vivir.
Y para terminar, hoy iré a la alberca, sola y con mi dignidad en alto, con un traje de baño que haga juego con mis flotadores, y que si a alguien no le gusta o molesta, pues que cierre los ojos. La vida es para eso, disfrutarla a pesar de todo.
