Querido Padre:
Hace mucho tiempo que he querido decirte tantas cosas, pero las circunstancias, los problemas, las enfermedades, las perdidas, la lejanía y demás, han hecho que mis palabras se queden ahogadas en mi garganta en especial en mi pecho cerca del corazón.
No te preocupes, no es nada malo ni mucho menos grave, estoy bien y mi esposo igual. Sabes que tenemos una buena vida aquí donde vivimos. El trabajo de ambos está dando fruto, y estamos disfrutando la vida, así como tú y mamá lo hacen a diario; por supuesto a veces quisiera salir corriendo, a veces él también quisiera hacerlo, pero así como ustedes siempre hemos salido adelante y el amor siempre lo puede o eso siempre he querido pensar.
Tú me enseñaste a ser fuerte, a valorar a las personas y de no huir de los problemas, en especial cuando las diferencias que puede haber en una relación se marcan bastante, pero que sabemos que eso es lo que nos hace únicos y nos unió en su momento.
Soy feliz gracias a ti y a mamá, pero debo agradecerte a ti, porque siempre fuiste y aun sigues siendo mi fortaleza, el brazo derecho; tú me enseñaste un mundo diferente al que mamá me mostró, porque no solo se trata de ser femenina y educada, sino de ser yo misma, de ser valiente, aventurera y decidida y ese camino esa vida, tú me la ofreciste.
Sabes, ahora que soy mayor entiendo tantas cosas, que a pesar de no tener hijos, que ustedes saben muy bien el porque no queremos, valoro y respeto la vida de los demás, valoro mis decisiones y la de mi pareja, respeto la forma de pensar, aunque no he de negarlo, a veces tengo esos arranques de locura casi igual que tú.
Dicen que soy muy parecida a ti, a veces lo dudo, pero cuando me miro al espejo noto un brillo especial en mi mirada, esa que tú tienes, cuando amas, quieres, comes, vives, respiras, cuando haces travesuras, cuando haces esas pequeñas cosas por las demás sin esperar nada a cambio, que muchas veces he pensado es mi gran defecto, ser bondadosa; no se como puedes ser tan fiel a eso, porque aunque yo también intento serlo a veces la vida me hace caer y dudar.
Ahora que eres mayor y que estoy tan lejos de ustedes, el saber que estás enfermo y que lo único que puedo hacer es llamarte y apoyarles moral y económicamente, es cuando todo pesa, la vida, el mundo, hasta el aire, pero se que la vida es así.
Tengo mi propia familia, y la amo con todo el alma, sabes que no cambiaría para nada a mi esposo, esa persona tan linda, sencilla, loca, amorosa, desesperante, y que espero que lleguemos a viejos como ustedes dos, juntos y que el amor nunca se vaya, pero algo me gusta de nosotros es que tu y yo tenemos algo tan sincero, limpio y único, porque nos volvimos secuaces de travesuras, aventuras, de confesiones, de llantos, de alegrías; porque tú y mamá me han dado todo.
Se que la vida es así, uno debe tomar su rumbo y volar, pero cuando uno crece bajo las alas de muy buenos padres, de grandes valores, de mucho amor, es difícil y muy complicado alejarse del nido.
Espero poder vernos muy pronto, y darnos esos besos y abrazos que tanto reconfortan, de poder sentarnos a ver el cielo juntos, tomarte de la mano y agradecerte por todo, porque gracias a ti y mamá, soy lo que soy ahora, y no sé como agradecer eso.
Gracias papá, gracias por ser la persona más maravillosa del mundo y por ser mi centro.
