Se preguntaran porque en casi 3 semanas no han sabido de mi; bueno han sido unas semanas muy locas y muy enfermizas, pero aquí sigo, como le digo a mi esposo, mala hierba nunca muere, y no se librará de mi tan fácilmente, ni en la muerte (pobre de él).
Pero bueno comencemos, hace casi tres semanas fue el cumpleaños de mi esposo, a él no le gusta mucho celebrarlo y por mi mejor, porque así no tengo que limpiar y mucho menos lavar y cocinar.
Bueno este año decidió que sería muy prudente hacer una pequeña reunión con los amigos más íntimos y celebrar su día y el regreso de casi a la normalidad después de está loca pandemia.
Así que acepte que se realizará la comida en casa; la lista era de solo seis invitados y nosotros tres; pues no lo vi mal, cuanto podría limpiar y cocinar, y ademas con mi mejor amiga la lavavajillas la haría perfectamente, ademas mi hija me ayuda un poco en la cocina.
Como muchos amigos son extranjeros y no solo porque sean estadounidenses, sino que tenemos amigos de Francia, Guatemala, España; pues mi esposo propuso hacer una comida mexicana.
Claro yo por dentro así de: «como tú no cocinas…». Menú, papas con chorizo, arroz, frijoles con chorizo y hasta ahí íbamos bien, y al señor se le ocurre decir que soy toda una experta haciendo rajas con crema, así que como lo prometió, no tuve otro remedio que decir «si claro con gusto» (imagínenlo dicho con voz muy sarcástica).
Así que toda esa semana antes de su cumpleaños, tuve que suspender mis tiempos de escritura para ponerme a limpiar (ya saben a profundidad), a buscar los ingredientes para la comida pero en especial los chiles poblanos.
Anduve del tingo al tango y solo pude encontrar unos cuantos, pero como ya estaba cansada, frustrada (que raro, ¿yo?) y desesperada, pues no quise buscar más y simplemente hacer que rindiera lo que tenía.
Un día antes nos pusimos a cocinar para que el sábado no anduviéramos corriendo y mientras yo cocinaba (bueno mi hija también), puse a mi esposo a hacer lo que mas odio a lo que se refiere a la limpieza de la casa: limpiar el baño (es lo más asqueroso que puedo hacer, de verdad si por mi fuera contrataría a alguien solo para hacer eso, la ventaja es que mi marido la hace muy bien por mi).
Amo las rajas, pero hacerlas, es lo más tediosos, espantoso y cansado del mundo: ponlos en un comal, que no se quemen, ponlos en una bolsa, espera un rato, pélalos, desvenarlos, córtalos, ufff.
Era sábado por la mañana y yo ya tenia todo resuelto, solo era cuestión de poner mas bella (ups disculpen mi ego vanidoso), estaba cansada y solo pensaba en escribir, pero había que apurar a todos para que todo estuviera perfecto y a tiempo.
La sorpresa llego cuando comenzaron a llegar las amistades, al final no eramos nueve, eramos casi 20, porque a varios se les ocurrió invitar al vecino, que al primo, que al novio, etc. Yo estaba que me jalaba de los pelos, estaba a punto de salir corriendo y a punto de llorar; que iba hacer, la comida no iba alcanzar.
Respire como siempre intento hacerlo, agarre mi teléfono, y es cuando agradezco que existan aplicaciones donde uno puede pedir comida, así que entre mi desesperación y doña perfecta, pedí mucha comida de todos los sabores y formas por haber (mi esposo casi me mata por lo que gaste).
Todo estuvo perfecto, reímos, platicamos, nos abrazamos, realmente fue una reunión perfecta; cuando todos se fueron, yo solo veía la sala y comedor y no sabía ni por donde empezar, ademas me sentía realmente muy agotada y solo pensaba en irme a sentar en mi mini estudio a escribir.
No se como lo hicimos pero entre los tres recogimos la casa esa misma noche, pero nos dimos cuenta que nos había quedado demasiada comida, y como buena madre mexicana, les comente que estaríamos comiendo lo mismo casi por una semana.
Y si, así fue, después de casi cinco días de comer lo mismo, nuestros estómagos cedieron y caímos enfermos de lo empachados que estábamos. Así que por unos días tuvimos que estar en cama y baño (me alegra tener 2 baños) y tuve la escritura pausada.
Pero después de esto creo que no volveremos hacer una reunión. Y mucho menos una donde nuestros invitados no avisen a quienes traerán, es verdad estuve preparada con antelación, pero nadie me preparo para lo que se avecinaba, ahora solo llevamos comiendo ensalada y atún, pero bueno.
Por cierto hoy hay un pequeño PD: en unos días iremos al festival del tamal y del taco (creo que mi estomago ya puedo con eso y más).
