Por fin veo la luz al final del túnel, y no es porque esté a punto de estirar la pata, si no que el libro está a punto de salir, claro estoy de los nervios, algo que jamas me pasa (léase con mucho, mucho sarcasmo). En casa estamos todos muy emocionados y también algo estresados obviamente un poco por mi causa.
Hay que planear todo, como será la presentación, donde será, invitar a los medios, a quien será bueno invitar, la pandemia, comprar bebidas, cubre bocas, hacer la publicidad por mi lado, como me vestiré, me peinare, que si me veo gorda, chaparra, vieja, demasiado joven, si voy o no a la estética o más bien al psiquiatra, etc.
Con tanto que hacer decidí darme un rato de paz está semana y recapitular todo lo que he pasado durante estos casi dos años de encierro; como cambio mi vida y la de mi familia y amigos, las perdidas que he tenido, y no solo de personas si no también lo perdida que he estado en estos dos últimos años.
Siento que ha sido como una montaña rusa, sube y baja, pero muchas veces fue siempre de bajada; pero estoy contenta, a pesar de todo he logrado muchas cosas, he vuelto más loco a mi esposo, a mis doctores, a mi compañero fiel el Sr. Informático, he aprendido a ver más por mi (ups, eso siempre lo hago), ya no me quedo dormida en los parques, mis ojos aprendieron a estar uno de frente y el otro viendo a los muchachones sin camisetas.
Aunque me es difícil estar en silencio, porque mi cabeza nunca deja de hablar, siempre hay algo que pensar, discutir, repensar, etc. Pero aun así disfruto esos momentos.
Así que el día que me tome para mi, fue como de costumbre todo un desastre, comencé desde la mañana, mi esposo se fue con unos amigos así como mi hija, así que tenia el día para mi; desayune, y casi incendio la casa, olvide a pagar la estufa, lo bueno es que esta vez no tuvieron que venir los bomberos; me meto a bañar y olvide mi toalla así que tuve que salir en cueros a secarme; intente hacer yoga termine casi hecha un nudo, hice mi trabajo de respiraciones y mantener mi mente en blanco, obvio no funciono, me estaba peleando conmigo misma, al final nadie gano.
En la hora de la comida encargue algo porque no quería cocinar, llego mal mi pedido, termine comiendo sobras del refri; al final del día salí a caminar y ver el lago, ni cinco minutos afuera y comenzó a llover y regrese empapada. Llegó mi familia y los recibí con los pelos de punta, mojada como sopa, la casa hecha un lío y a punto de gritar hasta lo que no.
Esto de días de silencio no son para mi, soy tan caótica, tan impaciente, tan ansiosa, que hasta el silencio prefiere salir huyendo. Espero que lo del libro ya termine, para que así pueda enfocarme en otras cosas que vuelvan a llevarme a mi vida cotidiana (osea caos total).
P.D: Ya estoy trabajando en un mini proyecto nuevo, ay papá agárrense.
