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Relatos Cortos

Pez gordo

Como de costumbre a las 11:45 pm., me calce las mismas botas, me puse el mismo pantalón sucio y desgastado pero que es muy util por todos los bolsillos que tiene, tome la cuerda, la navaja que herede de mi abuelo, la lampara pequeña que ayuda para ser discreto y por supuesto la pala que lleva conmigo más de 20 años y es la mejor herramienta que un hombre puede tener en su maldita vida.

Listo para el negocio, me dedico a ladrón de cementerios, es un trabajo muy bien pagado, fácil para algunos, repugnante para otros, pero si eres bueno como yo la recompensa se hace mejor con el tiempo y se hace más, porque muchas veces el cliente no recuerda que tanto se llevo a la muerte su difunto y pues uno logra hacer perdidizo muchas pertenencias del dichoso muertito.

Lo mejor de esté trabajo es que uno se mantiene en las sombras y la identidad de uno se mantiene a salvo; todo los acuerdos con el cliente se hacen por teléfono, las entregas se hacen por correo, y el pago se divide una parte al inicio y la otra al final del trabajo.

No es nada difícil el trabajo, solo terminas con tierra hasta por el trasero y oliendo a muerto por esos desgraciados que están pudriéndose en sus tumbas. Solo hay que ser precavido, no hacer mucho ruido, dejar todo limpio al terminar como si no hubiese pasado nada, muchas veces hay que cuidarse de los veladores o pagarles por su silencio. Y por supuesto esté negocio tiene un punto malo, algo que no me gusta pero hay que hacerlo cuando la circunstancia lo amerita y uno tiene que salvarse el pellejo, y es terminar no solo enterrando nuevamente al dichoso difunto si no que lo enterramos acompañado por aquel soplón que no acepta soborno.

Pero para está noche estoy más que preparado, esté cliente nuevo es importante, es lo que esperaba, es mi pez gordo. Hace unos días recibí la llamada, a horas un poco fuera de lo acostumbrado, pero tengo clientes que les gusta ser como yo, muy discretos, así que aprendí a  aceptar propuestas de trabajo a deshoras.

Como es la costumbre me dieron todos los detalles del caso, la dirección del cementerio, instrucciones de como localizar la tumba, les dije el precio por el trabajo, fecha en que se llevara la localización del cuerpo, anote la dirección del correo donde se hará la entrega y la lista de pertenencias que se llevo está persona con el a la tumba.

La lista de joyas a recatar era enorme, y me dijeron que si conseguía todo, la recompensa sería triple. El corazón me latió como nunca, esté era el indicado, era el trabajo esperado, lo afirme; además pensé como siempre que podría hacer perdidizas algunas pertenencias o hasta fugarme con todo el botín claro a sabiendas si todo lo que me dijeron era verdad.

Así que aquí estoy, he llegado al lugar indicado, tuve suerte está noche el cuidador anda enfermo así que no tendré problemas con él,  tengo el terreno para mi solo así como gusta, auqnue el trabajo de está noche será un poco más complicado ya que se acerca una gran tormenta y no es porque no pueda con esto si no que odio ensuciarme de lodo y apar dejar la tumba perfecta al termino del trabajo es más cansado y tedioso, pero ni una lluvia me separara de la gloria, el cliente se escuchaba urgido, así que esté es el gran golpe es lo que he estado esperando.

Maldita lluvia hace que las instrucciones se vuelvan confusas; dice primero, pasa la tumba del arcángel, que tontera gastar en eso, de ahí vuelta a la derecha, camina unos 3 minutos, detengo, debo seguir a la izquierda, rodear la banca, pasar 5 tumbas, detengo, doy nuevamente vuelta a la izquierda y ahí estará. Que lujo hay aquí, es un desperdicio total, al cabo ya estas muerto para que tanto lujo; cuando muera que me avienten a un hoyo y listo, yo no me llevaré nada, todo lo que tenga lo gastaré antes de estirar la pata.

Carajos, he resbalado, pinche lodazal y pinche lluvia, no veo nada. A donde he caído que está algo profundo.

Parece que la lluvia me ha ayudo a descubrir el cadáver, estoy seguro que es aquí, hasta parece que todo está cantado ni apalear tendré que hacer está noche.

Pinche lluvia, al caer perdí la lampara, pero hoy no la necesito, estos truenos iluminan todo sin esfuerzo.

!Pero que carajos!, quien chingados está aventado la tierra al hoyo. !Maldita sea!, no puede ser, alguien se me adelanto, es probable que un criado de este riquillo quiera lo que me pertenece.

!Hey cabrón!, no avientes más, nos vamos por michas y al cliente que sabes a quien me refiero no le damos nada. !Hey te estoy hablando!, que dices. Pinche lluvia y pinches truenos no me deja oír lo que este desgraciado dice. Pero ahorita que salga me las pagara, se ira a la muerte con este ricachon y la ganancia, como siempre será solo para mí.

!Carajo!, te digo que te detengas, ya no avientes tierra me estas enterrando y así no podremos sacar nada de la tumba, no seas necio.

Y la lluvia que no se detiene, intento subir pero el lodo hace que regrese a donde mismo y este mal parido no me ayudara. Y lo escucho al cabrón reírse, pero nada mas salga y el que reirá seré yo.

!Chingado! resbalo por quinta vez, comienzo a preocuparme ya no me queda mucho aliento y esté cabrón ya me ha enterrado más de la mitad del cuerpo.

!Cobarde!, déjate ver, solo escucho tu risa. Sí esto es para darme un susto esta bien ya lo comprendí, si me sacas te llevas todo, lo juro, será todo para ti.

Parece que me ha escuchado.

!Pero que carajos…!

!Queeeee!, Esto es imposible, tú, tú,

Será el frío de la noche, pero me he quedado petrificado, es imposible, como.

Compostura, no es más que una pesadilla, recuerda resbalaste y es probable que me golpee la cabeza y estoy soñando o viendo cosas que no son.

Se han asomado, no solo es él, son todos, han venido por mi.

No me entierren y no se rían.

!Alto!.

Siguen riéndose y siguen echando tierra y parece que dicen algo. Pinches truenos. ¿Que dicen? ¿Adiós al profanador de tumbas?

Deténganse, están equivocados, no soy yo, lo juro. Solo hago mi trabajo, no quise ofenderlos no fue mi intención profanar sus tumbas.

No vine aquí a morir, no hoy.

Mi dinero, las joyas se supone que está noche seria mi pez gordo, no  creí que yo seria el pescado.

!Cállense!

Antes de mi ultimo aliento, los escuche decir nuevamente «Adiós al profanador de tumbas».

 

 

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