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Finales Inesperados

El cientifico – cuarta parte

Escrito por: Marco A. Rosas alias SubMarco

Casi las cuatro de la madrugada, y el cuerpo de Braulio finalmente dejó de moverse, quedando en reposo y sin señales de vida, no había ni pequeñas señales de latidos de su corazón, y por la tensión muscular, sus extremidades quedaron contorsionadas en distintas direcciones. Pero lo que seguía no sería nada agradable para nadie, ya que comenzaría a vaciar todas sus entrañas. Obviamente Braulio no esperaba terminar así.

Serían las cinco treinta y dos de la mañana, cuando el cuerpo de Braulio comenzó a tener nuevos movimientos involuntarios, estos eran violentos acompañados de sonidos guturales. En ese preciso momento una nueva conciencia había despertado, tomando control de ese cuerpo, el cual comenzó a arrastrarse por todo el piso del laboratorio para así acostumbrarse a su nueva movilidad; poco a poco fue abandonando el piso para iniciar su camino apoyado en sus cuatro extremidades y dejando un rastro de heces por todo el lugar.

La nueva forma de vida que ocupaba ahora el cuerpo de Braulio, no tenía la necesidad de hacer uso de la respiración, excepto para emitir sonidos, que para él escuchar eso lo confundía un poco, porque lo hizo sentir que algo más estaba con él.

Ahora su único y final logro era intentar ponerse de pie, pero caería de golpe sobre su trasero, pero después de varios intentos ya nada le impedía ponerse de pie nuevamente; ahora solo tenía que aprender a caminar. Estos serían sus primeros pasos, pequeños y torpes, pero lograría comprender completamente la mecánica de cómo desplazarse fácilmente.

La nueva personalidad que ahora se encontraba en el interior de lo que antes fue Braulio, comenzaba a tomar noción de su entorno, que de momento solo estaba limitado por el laboratorio. Así que comenzó a deambular por todo el espacio haciendo ruidos con su nueva voz y tocando todo lo que estaba al alcance de sus manos. Posteriormente se dió cuenta que no estaba solo, y con movimientos amenazantes se encontró gritándole a su reflejo en un espejo que había en ese espacio, pero muy pronto noto que ese reflejo se movía como él, y luego de un momento de reflexión y de ver que esa figura se movía de igual forma comprendió que era él mismo.

Su paseo continuó por el laboratorio, ahora se encontraba en el baño, donde comenzó a jalar las toallas y a tirar todo lo que se encontraba en su interior, pero nuevamente vería otro espejo, algo que ahora ya no era una novedad para él. Avanzando un poco se topó con una cadena, la cual tomaría con la mano izquierda y la jalaría hacia abajo, por consiguiente un chorro de agua caería sobre de él, logrando así, que comenzará a emitir sonidos de sorpresa y logrando que retrocediera al instante de ese lugar, pero nuevamente vería su reflejo en el espejo. Frustrado como si su reflejo debiera haberle advertido de eso, se daría un grito y saldría de ese lugar de inmediato.

Pero ahora, luego de tener por completo el control del cuerpo, tendría una nueva sensación, un hambre sin control, y la búsqueda de alimento ahora sería una prioridad para este nuevo ser. Saber cómo funcionaba una puerta habría sido sumamente útil para lo que ahora ocupaba el cuerpo de Braulio, pero al no saber usar la perilla, solo estaba confinado al interior del laboratorio. Solo logrando apenas abrir la puerta del refrigerador, sacaría todo el contenido de bebidas alcohólicas, rompiendo la mayoría de las botellas a sus pies. Acercándose al suelo para analizar esa nueva variedad de líquido, olfateando y lamiendo un poco como si de un perro se tratara, determinaría que ese sabor no es lo que estaba buscando, emitiendo nuevamente con un gruñido su desagrado.

Poniéndose de pie, se acercó a la ventana abierta y la luz de las lámparas de la calle llamaron su atención así como un grupo de gente que iba en dirección al metro. Estirando los brazos como si tratara de alcanzarlos emitiria una variedad de sonidos de voz desde la ventana que Braulio en su momento había dejado abierta. Notando que podía asomarse todavía más, estaba a punto de descubrir un mundo todavía más amplio.

Perdiendo el equilibrio, cayó hasta el exterior, afortunadamente para él una combinación de diversos contenidos en bolsas de basura amortiguo su llegada al suelo; solo que esta mezcla quedaría impregnada en la ropa que llevaba puesta, lo que le daría un nuevo y potente hedor, además de lo que ya contenía en su ropa interior. Su rodilla derecha golpeó con la banqueta, dejándola dañada y severamente lesionada a esa altura de la pierna, pero ese pequeño imprevisto no representaba molestia para esta entidad, solo lograría que su movilidad fuera un poco entorpecida.

Ya estando a nivel de piso el siguiente paso sería darles alcance a las personas que había visto previamente. Siguiendo el camino de las personas que previamente había visto con potencial de ser alimento, continuó hasta llegar a una entrada iluminada. Él ser, había logrado completar un nuevo reto mientras avanzaba, y era el esfuerzo que logró al caminar con su extremidad dañada.  Llegando ahora al acceso del metro Taxqueña entró y con dificultad siguió su camino hasta llegar al torniquete vigilado por un par de policías quienes les daban acceso a discapacitados y personas de la tercera edad, además de a quienes consideraban que les brindaban una pequeña ayuda con dejarlos pasar.

Esta criatura tenía un desarrollado sentido del olfato, y el aroma que emitían ese par de policías, representarían un fuerte potencial fuente de alimento. Trató de aferrarse a uno de ellos, pero este lo tomó por los hombros y le dijo:

-Pásele padre, usted no paga entrada.- Dijo con amabilidad el policía mientras lo conducía a los escalones para bajar la escalera rumbo a los vagones del metro.

El ser al intentar de darse la vuelta nuevamente, fue sujetado con firmeza por el amable policía quien le dijo:

-Váyase por ahí padre, ahí va a llegar el metro.

El joven policía justo al darle la espalda, no vería que la criatura no sabía aún bajar las escaleras, por lo cual caería de bruces hasta llegar abajo.

-Como que ese olía a cagado, ¿no crees? .- Preguntó el otro policía a su compañero.

-Sí, pero pobre gente, a lo mejor le estamos ayudando a que llegue a un lugar donde lo van a ayudar.- Contestó el que le dio acceso al cuerpo de Braulio.

Con la caída comprobó que era resistente al maltrato, y nuevamente emitió un  nuevo sonido de voz, pero está vez parecía de satisfacción. Así mismo observo que no estaba solo si no que había una persona más, parada en el mismo andén del transporte público. Así que era momento de ponerse en pie y continuar avanzando en busca del alimento.

Caminando con dificultad pero a paso seguro, se acerco a la persona que tenía ahora en su mirada, pero un sonido del lugar lo hizo sobresaltar, un anuncio comenzaba a escucharse:

-“Público usuario, favor de no abordar el siguiente transporte ya que este va a taller de mantenimiento”.

La persona a la que estaba a punto de alcanzar, era un empleado del sistema de transporte y sería el único que podría subir al último vagón. Pero, atravesando una de las puertas de acceso lentamente se subría también el nuevo usuario del cuerpo de Braulio y cuando las puertas se cerraron detrás de él, pensó que era momento de posibles nuevos conocimientos y experiencias.

Al no saber la entidad en qué consistía un viaje en el metro, apenas el lograba mantenerse en pie conforme este avanzaba, los cambios de velocidad eran todo un reto, pero al detenerse en las estaciones era inevitable mantenerse de pie, por lo cual su caída al piso era segura y al pasar por las estaciones era prácticamente imperceptible a los ojos de inspectores y usuarios.

Luego de haber caído diez veces por cada estación, de intentar ponerse en cuatro para mantener mejor el equilibrio y de pasar por las estaciones de Pino Suárez, Zócalo, Allende y Bellas Artes, el tren comenzaba a bajar la velocidad hasta que finalmente llegó a la estación de Hidalgo, donde se abrieron las puertas de par en par. Con gemidos de ansiedad se apresuró a salir gateando de tan peligroso lugar.

Continura…

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