De nuevo el caos reina estas tierras, no hace mucho reinaba la paz, aunque sabemos los que hemos vivido por mucho tiempo, que nunca ha existido una paz infinita, pero el mundo se había regido bajo ciertas normas, donde los conflictos eran menores y castigados como se ajustan. Se que nunca existirá la paz como esa utopía con la que siempre he soñado, la que mis ancestros anhelaban, pero la calma en los corazones, en el cuerpo y en especial en la mente es lo que mas he celebrado en está vida. No soy un joven, paso de los ciento cincuenta, he vivido para contar miles de historias, algunas se han convertido en mitos o leyendas, pero el silencio, la tranquilidad, me ha perseguido por años y ahora que la tierra parece que se ha vuelto a teñir roja, no sé si mi cuerpo, mi ser, lograra apaciguar este sentimiento de guerra, que no sentí desde hace mucho,
He visto correr mucha sangre, no desde los principios de la creación, pero sí de mi propia existencia. Yo fui uno de esos bárbaros que tuvieron que matar y descuartizar a cuanto se le parara de frente; era la única opción en esos tiempos de dolor, o morían ellos o lo hacían yo. Después de ver como mataron a familias enteras, a mi propia familia, aldeas enteras, lo que más se amaba y ver como se caía en pedazos lo que se había obtenido en toda una vida; muchos juramos que no volveríamos a caer en los mismos errores, en estas inhumanas masacres, no permitiríamos que la guerra reinara nuevamente. Nos encargamos de poner estos pensamientos, estos sentimientos, en la mesa cuadrada, que los poderosos entendieran que ya estábamos hartos, que ya nadie pelearía por ellos, ni por nada, ni por nadie. No puedo negarlo, durante las negociaciones se derramó más sangre, pero fue sangre que calmó la tormenta. Así hemos vivido durante los últimos casi ochenta años, no más peleas absurdas, no más muertes en vano.
Pero no puedo olvidar que estas tierras están malditas, y que jamás podrá reinar la paz, no mientras existan humanos avariciosos. Se vienen acercando los rumores, un grupo del oeste estaba tomando fuerza, quiere gobernar la tierra sin fin, este hemisferio redondo, quieren ser dueños de todo y de todos. Son fuertes y jóvenes, pero también son tontos, y eso los hace más peligrosos. Son hijos de los hijos que no vieron la paz que ha reinado en este mundo. Son nietos que crecieron en la oscuridad, temidos por muchos, y ocultos de todos.
Se que no tardaran en llegar al norte, se que vienen armados, que vienen con grandes hechiceros, que tienen en sus filas a grandes y feroces guerreros. No quiero perder de nueva cuenta lo conseguido. He mandado a los hijos de mis hijos a las cuevas, a la oscuridad, ellos solo han conocido una parte de la vida en paz. Se que hay que pelear, no quiero que mis nietos sean como ellos, no quiero que la oscuridad reine sus almas, no quiero que se pudran sus corazones y no quiero que se vuelvan personas avariciosas. Deseo que ellos se conviertan en los nuevos gobernantes de la luz, que puedan realizar la utopía que hemos anhelado por tanto tiempo. Quiero que sean gente de luz.
Afilaré las espadas. No soy un joven. Ya casi nadie es joven, ellos lo saben y ese es nuestro punto débil, somos más inteligentes que ellos, sí, pero las guerras no se ganan con la cabeza, si no con la fuerza. Espero que la gente, mi pueblo, esté listo para una nueva guerra para nuevas negociaciones. Espero que podamos salir airosos y que por fin esta tierra maldita se bendiga, aún con el derramamiento de sangre de está gente impura. Haré que sangren, antes de que lo haga yo, intentaré detener estos horrores. No soy un joven, pero si el padre de mi padre luchó teniendo más de doscientos años, yo a mi edad empuñaré la espada como ellos lo hicieron, con valentía y heroísmo. Y si he de morir en batalla, espero que los hijos de mis hijos cuenten la leyenda de este viejo, que solo desee que la tierra por fin viviera esa paz sin fin…
