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Relatos Cortos

Como una mariposa

Promesas olvidadas, son como las mariposas que ignoran que antes fueron no más que un gusano. Alzan el vuelo y borran lo vivido. Así, son las promesas.

Son besos echados al aire, no tienen un fin, mucho menos un destino, se pierden entre la multitud, el esmog, y se esfuman como la sonrisa de un niño perdido en plena guerra.

Promesas bobas, como la nieve que se derrite entre las manos en pleno verano; solo ensucia, pero no endulza nada.

Son luces que alguien busca desesperadamente bajo los escombros, esa mano amiga, un grito ahogado. Solo se quedan ahí, en silencio, lastimando secretamente.

Las promesas son puertas cerradas y ventanas medio abiertas. Aferrarte a ello, es jugar al azar, y la verdad es que la mayoría siempre sale perdiendo.

Aferrarse a ellas, jamás. Son dolor, desesperación y demasiada tristeza.

Pero, a aquí seguimos, aferrándonos…

Son ese abrazo vacío, la bocanada de humo de unos y otros. Se parecen a esos besos amargos, a las palabras sucias que vamos vomitando por ahí, como si fuera un juego…

Tal vez solo podamos aferrarnos a uno mismo, claro, si es que, uno se tiene esa confianza, ya que, hasta uno mismo termina traicionándose. Y como hay tantos reflejos, andamos todos perdidos.

Y es probable que todo este perdido, y perdamos el control. Y las promesas y juramentos que hemos hecho en nuestras vidas, son solo eso, sueños echados al aire. Son utopías. Deseos tan escabrosos, que tal vez es mejor que se pierdan y no se cumplan.

Ni un superhéroe puede cumplirlas. Ellos saben muy bien, que solo son caprichos, ideas de no hacer el bien, si no, de volvernos egoístas. No entendemos, que queremos ser dueños de los sueños de los demás, de sus cuerpos y hasta de sus mentes.

Pero ¿todo está, realmente perdido?

Solo andamos por el mundo por andar… nunca hemos sido dueños de nosotros mismos. Es probable que seamos marionetas de esas personas que nos prometen, que nos juran. Esperamos tan ansiosamente que se cumpla lo prometido, que perdemos la vida en ello, pero al final, todo se esfuma…

¿A qué aferrarnos entonces?, a la desesperación, al miedo, a la desesperanza…

Intentamos sujetarnos de nuestros deseos, de nuestros últimos alientos, de esa caricia que nos llenó alguna vez, de esa frase cursi que escuchamos en nuestra película favorita… Recreamos lo olvidado, eso que está en nuestro más profundo ser. Somos promesas en blanco y negro, y rogamos que cualquiera acuda a darnos color. Que alguien venga a rebobinarnos. Que nos cante al oído, y que esta vez sus palabras se congelen como el tiempo pasado.

Promesas rotas, promesas absurdas.

Y aquí estamos, creyendo en esa despedida, en ese beso, en el abrazo, en la vida misma.

Somos promesas andando, somos esclavos de estos, masoquistas como nadie.

Aquí estamos, esperando, esperando…

Y aquí estaremos, esperando, esperando…

Esperando, esperando, como una cruel promesa…

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