Categorías
Relatos Cortos

Como pétalos

Ojalá cayera en forma de pétalos, o me diluyera como las nubes.
Que desapareciera a bocanadas.
Que mis sueños no me soltaran. Y que está enredadera dejará de escocer mi piel.

Ojalá yo lloviera como granizo o como vapor.
Que los huesos me desaparecieran.
Y que este corazón explotara, y formara mil rompecabezas.

Ojalá desapareciera con el sol al atardecer.
Que mi piel se quemará.
Pero, que mi mente se expanda, hasta tocar tu alma.

Ojalá existiera como la magia escondida.
Que mi rezo reviva.
Que este dolor supure, que traspase lo inimaginable.

Ojalá yo fuera como las migajas del pan.
Que mi beso alimente.
Y que este pesar se evapore, que se vaya como lo salado.

Ojalá estuviera como la lluvia entre tus manos.
Que mi amor florezca como viejas amapolas.
Que estas cicatrices se enternezcan como la piel de un cordero.

Ojalá creyera como aquel santo que llora.
Que mi cuerpo flote.
Y que estas mariposas internas revoloteen como moscas sobre una linterna.

Ojalá yo florezca como la esperanza al amanecer.
Que mis deseos perduren.
Que todo se entrelace, como humo por la ventana.

Ojalá florezca como hermosos corderos.
Que este miedo aguarde.
Que las llaves que aguardan abran lo imposible.

Ojalá yo viera.
Y que esta niñez permanezca.
Que esta magia atraviese como una filosa lengua.

Ojalá yo callara.
Que esta llovizna de mis ojos no se detenga.
Que mi incertidumbre transforme, que juegue libre.

Ojalá yo sintiera.
Y que florezcan mis anhelos.
Que la música que me mueve imagine lo que un corazón partido no puede.

Ojalá yo fuera.
Y que las enredaderas se entrecrucen.
Que los huesos se conviertan en viejas teclas de un hermoso piano.

Ojalá creyera, así, como ese abrazo deseado.
Que eso que cruje no sea más que pasajero.
Que el miedo sea solo eso, amor perdido.

Ojalá estuviera como la lluvia en los campos.
Que esta tormenta sea pasajera.
Que mis alas no se han roto, solo reposan al alba.

Ojalá sintiera.
Porque este reflejo sí es real.
Que el espejo se rompa y se vuelva pétalos al aire.

Ojalá yo fuera.
Y que el fuego que me persigue me queme.
Que estas manos despierten, así como los labios entrelazados.

Ojalá yo florezca como besos perdidos.
Que mi temor me conduzca.
Y que esta dulzura de sonrisa apacigüe la tormenta.

Ojalá oyera esta voz apagada.
Que mis lamentos avancen como barquitas al mar.
Que estos cuchillos renazcan como grandes amapolas.

Ojalá sintiera. Ojalá estuviera. Ojalá fuera.
Ojalá creyera. Ojalá fuera. Ojalá sea yo.
Ojalá no desaparezca. Ojalá que vuele. Ojalá que venza
Ojalá fuera yo.
Ojalá…

Esta soy yo. No soy un ojalá.
Soy la sonrisa perdida.
Soy la magia. Soy el atardecer.
Soy la que florece, la que teme.
Soy la de los huesos diferentes.

Soy la que se enreda al pisar.
La que no se detiene.
La que vuela, la que teme.

Soy la brisa que calma.
La que llega sin avisar.
Soy la tecla más hermosa del piano.
Soy tu música

No soy un ojalá.
Aquí estoy floreciendo como amapola.
Enredándome en las paredes de los cuerpos.
Soy el misterio. La calamidad.
Soy el deseo, prohibido y dulce.

No soy un ojalá.
Soy esa, a la que tanto buscas en sueños.
El rayo que te despierta a medianoche.
La luciérnaga perdida.
Soy un ojalá en boca de muchos.

No soy un ojalá…
Soy, yo…
Como una vieja amapola cayendo en pétalos.
Soy tú ojalá.
Soy ese ojalá…
Solo soy yo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *