Pies para viajar, es lo que tengo, van al ritmo de los latidos de mi corazón.
Descalzos van, jugueteando entre la mar y la tierra.
Ellos dirigen este peregrinar, y el destino puesto está.
Siempre me seduce el trayecto sinuoso.
Las decisiones importan: derecha o izquierda.
Es el juego de la ruleta. Pero, al final dejo que el camino me sorprenda.
O, que las estrellas cósmicas me dirijan.
La luna se volvió mi farol y el sol mi parar.
Ni piedras, ni montañas, no descansaré jamás.
Viajera sideral soy.
Con mochila al alma y tu mano aferrada a la mía.
Sabemos que esto no es el cielo, pero universos somos por las calles de París.
Solo los cuerpos nos retienen.
Caminamos sin mirar, y el cielo no es el límite.
Zapatos viejos, espíritu joven, felicidad por otro viaje.
Busco vinos, tu boca y una rica bocata.
Las risas, y souvenirs.
Y así, te encuentro y me descubres.
Las ciudades me han atrapado, una y mil veces más.
Y los sabores de antaño se han refugiado en mi interior.
Estos pies para viajar.
Trotamundos seré.
Viejos enemigos pasan por aquí, con sus subidas y bajadas.
Las piernas adormecidas van.
Pero, la sonrisa no desaparece, ni con la brisa que se lo lleva todo.
Barcos, besos y cosquillas.
Soy como una mariposa viajera.
Aunque, mi destino no está al sur, me aventuro al norte, al este, oeste, y a tu vientre.
Y a pesar de no tener alas, he aprendido a correr tan veloz como el gran tren bala.
Cruces, ríos y mares.
Leo mapas y las noches se han vuelto mágicas.
Y por fin he dado con tu cuerpo, y este silencio tan único.
Viajera, pero nunca turista.
Las calles me reconocen.
Bailan conmigo. Se regocijan al verme pasar.
Y las acaricio con mi vaivén.
He pasado por tormentas y desastres, y yo, solo ansió verte otra vez.
Tus bailes lentos y mis caídas en barcos.
Dejo que me adormezca este viento sublime.
Llevo la maleta llena.
Cargo con tus recuerdos.
Pesan mis memorias mías, pero al final todo cabe y nada estorba.
Y respiro.
Llegan los recuerdos de nuestras largas caminatas por las pequeñas callejuelas en Ámsterdam.
Mis suspiros esparcidos por las esquinas de los vastos pueblos.
Y los grandes sueños que nos prometimos.
Pies viajeros.
Viajera…
Y las luces van apagándose.
Y siempre regreso a ti.
Con mis pies descalzos, que sangrando van.
Y te descubro, como esas artesanías en lo oculto de un pasaje.
Porque eres mi lugar favorito.
Intentas descifrarme.
Soy más que una pintura, soy tu galería.
Soy el cielo de Madrid y el dulzor de México.
Puede que no sea tan viajera, ni tan aventurera.
Solo soy como esos barriles que esperan el dulzor de un nuevo vino, tequila u oporto.
Añeja y caliente.
Buscando ese sitio, para poder asentarme y crecer.
Pero la sal también expira.
Tropiezo con piedras y la maleta pesada va.
Ya no hay tiempo para flaquear.
He marcado un nuevo punto, ven y descúbrelo.
Es ese, el que está cerca de mi núcleo.
Ya no habrá fotos ni poses fingidas.
Así, como tu mirada, que refleja todo, como si fuera el bean de Chicago.
Y la nieve ha llegado.
Pero, no ha acudido sola, ha traído entre el vaho, tus sueños y los míos.
Y viajando vamos entre copo y copo.
Pies para viajar, y me he dado cuenta de que ya no recorro esto sola.
Y no paramos y aun así respiramos como nunca.
Estoy aquí para que me observes. Me he vuelto interactiva.
Juguemos como en las ferias, y apuesto por tu cariño.
Olvida los paseos por malecones.
Revive los veranos. Y viajemos por ahí en este invierno.
Y aunque sea nuestras las primaveras, sé que, no siempre estarás conmigo.
Y ansiamos al otoño amor.
Mis pies viajeros van.
Viajera no soy.
Nunca he encontrado el rumbo.
No importan los disfraces y carnavales.
Hogar es lo que busco.
En la maleta ni en mapas está.
Viajemos de nuevo.
El mundo nuestro es.
Seamos viajeros.
Que el hogar este donde estés tú.
Así que, toma tu maleta y méteme ahí.
Lleva mis anhelos, mi mano y tu trabajo.
Viajeros cósmicos volvámonos.
Que la cama sea nuestro transporte.
Ven y muéstrame el camino.
Viajera cósmica no soy.
Pero tu tripulante seré.
Pies viajeros.
Viajeros son.
Tu cuerpo y el mío.
Mi hogar es.
