Es la expresión más bella del universo…
Es aquello que cuando llega, ilumina, tranquiliza, alborota y revuelca en las nubes de algodón.
Es aquello especial que llega a la vida; te desnuda despacio y tan suave, que hace pensar que el tiempo nos pertenece…
Es todo y nada a la vez. Es la promesa y el juramento.
Es lo que se aprende, lo que pertenece y lo que se da sin miramientos.
Es el anhelo perdido, ese que se busca hasta en los bolsillos, pero que se encuentra en cada rincón de nuestros suspiros. Esos suspiros que vienen de las risas de los niños.
Es la lluvia que trae nacimiento, es el final de ese arcoíris, es la nieve que te recuerda a tú infancia, es la recogida del fruto que con trabajo y esfuerzo se hizo durante un tiempo.
Es la luz al final de lo malo.
Es el reflejo del espejo, que abraza tan suave pero tan fuerte que tu verdadero ser brilla como la creación misma.
Es la mirada que derrite hasta la piedra más dura, es la mirada que profundiza, esa que no acepta mentiras, esa que entra sin permiso.
Es ese calor que calma, que cura todo, algo tan similar como el abrazo de una madre.
Es el respirar de cada día.
Son los latidos de todos los corazones.
Son los bailes a medianoche, las pláticas interminables de las tardes y los bocadillos quemados de esas mañanas locas que con tantas ansias devoramos.
Son como esos besos que se atoran y se quedan plasmados entre la boca.
Son esos labios suaves que rozan la piel, entre sueños fugaces y despertares lucidos.
Es la espera más prometedora.
Son los buenos días, los malos y los peores.
Es esa caricia que aclimata, que perdona y que satisface.
Son los abrazos que calientan o es esa palabra que reconforta.
Son los susurros al aire y son los detalles que das y recibes.
Es la chispa que prende y enseña, así como la locura de los días.
Somos tú, yo, todos.
Todo esto y más, es la mejor expresión de lo que es amar…
