Categorías
Finales Inesperados

Una tortura…

Ese olor lo reconocía y logro estremecerme de pies a cabeza, ya habían pasado años y aun así pude reconocerlo.  La mayoría de nosotros, los marginados, lo tenemos prohibido, y a aquel que se le sorprendiera con uno, con una planta o hasta un simple grano era condenado no a muerte, si no a algo peor, lo que le restaba de su miserable vida a esa persona culpable según ellos, lo ponían a oler y ver como hacían licor, dulces y todo lo que se les ocurriera con ese manjar. Así que cuando lo olí y entro en mi como una bala sentí pánico por esa pobre alma. Pero a mi edad, que no daría por un pequeño sorbo. Solo los elegidos como así se hacen llamar tienen el privilegio de tenerlo, de beberlo y nosotros solo de imaginarlo. Lo que daría por un sorbo. Espero que está pobre alma alcance a disfrutar de su manjar prohibido y anhelo que se apiade de esta vieja y me dé, y así me deje ir como se debe, con ese sazón de vida, con ese sabor de un buen preparado de café…

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *