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Finales Inesperados

Maldad en sus ojos

Era una tarde como cualquiera, Dennis caminaba cerca del lago, había nieve por todos lados, pasaba un invierno muy crudo. Llevaba puestos sus audífonos, sus guantes desgastados, unos pantalones café que no hacían juego con su playera y su chamarra que en realidad estaba deshaciéndose a pedazos, pero era su favorita. Como siempre llevaba un café a medio tomar. Le gustaba salir a caminar, era su manera de centrarse, de ser libre pero especialmente lo hacía sentirse el mismo. 

No pasaban de las dieciocho horas, el viento calaba los huesos, pero Dennis lo disfrutaba, aunque sabía que no era el único.

Estaba harto de las cosas banales, la vida cotidiana le fastidiaba, solo cuando caminaba podía liberarse por un instante, regresar a lo que era y deseaba,  ahí no sentía miedo, dolor ni ahogamiento, pero sabía que pasando 20 minutos su vida regresaría a lo mismo.

Siempre decía que esa era su última tarde, que cambiaría y tomaría valor, más sabía que todo se quedaría ahí, en esas pisadas largas y pesadas, en ese inmenso lago.

Siempre sintió o dedujo que a esa misma hora y lugar, había un chico tan parecido a él, idéntico en todo, pero sabía muy profundamente que él era diferente, respiraba algo más, algo que él también anhelaba.

Esa tarde Dennis decidió acercarse a esa persona, pero se quedó pasmado. 

Pasando sus habituales 20 minutos de caminata Dennis regresó a su vida habitual, pero la verdad es que el real Dennis había quedado atrapado en aquel andador frente al lago junto a sus pisadas largas y pesadas, y aquel chico que era tan similar a él, fue quien regresó, pero retornó con una maldad que podía leerse en sus ojos.

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