Se llegó el día, para ésto me prepare por tantos años, para estó me entreno mi maestro y mentor. Aunque aún no me siento listo, aun tengo miedo, aun mis manos tiemblan al agarrar la espada.
No tengo más de 17 años, y se que debo estar preparado, esas fueron sus enseñanzas, pero nunca me enseñaron a sobrevivir a la primera vez que deba matar mucho menos a mi propia muerte.
Estoy aquí, uniformado, empuñando y blandiendo mi espada, tiembla cada parte de mí. Escucho sus voces, sus recuerdos, esas practicas de madrugada. Sus lecciones donde me hablaban del miedo, ese sentimiento que hace que uno tenga fuerza, adrenalina.
No tuve tiempo de nada, no supe que era ser niño, ni como sabe una buena comida, las danzas, el comercio, yo solo conocí la pelea, el dolor, la disciplina, la entrega, aprendí a soportar mis mañanas y ver mis manos ensangrentadas e hinchadas, el arroz y pan, ni siquiera conocí el amor, solo los amaneceres que tan impaciente esperaba.
Ahora estoy aquí, a punto de entregar mi vida, mi todo, mis amaneceres, soló por un reino, un reino que ni siquiera conozco y que ni siquiera me conoce, por un rey que nunca le he visto la cara y que es probable nunca lo haga.
En esta tierra de nadie mi sangre o de los demás se derramará marcándola como suya como su dueña, Estoy aquí y solo me queda decir: Por mi rey.
