Las idas a la piscina han estado fabulosas, he descansado, me he desestresado (bueno solo un poco), y he visto unos cuantos cueros que para que les platico (la temporada de alberca se ha vuelto mi favorita); y no se diga mis fantásticos flotadores, creo que ya hasta impuse cierta moda porque he visto a varias chicos y chicas usando unos muy parecidos a los míos, así que ya no me siento tan avergonzada, y a mi familia como siempre lo termino tomando de muy buena manera (obvio, después de los berrinches que les hice).
Amo la temporada del calor, es verdad soy más de clima frió que caliente, pero cuando vives en una ciudad donde la mitad del año es invierno, y solo 3 meses son de calor, pues uno se vuelve adicto a los días calurosos (así como me he vuelto adicta a los dulces mexicanos).
Y como digo 3 meses, tal ves suene exagerado, pero así lo siento yo, aunque es divertido pensar que la temporada de primavera y casi la de verano uno piensa que no sufriremos de frió (por supuesto que si, y más con los aires acondicionados que ponen en los lugares que hasta parecen congeladores), aires locos (me refiero a la temporada de tornados, que después hablare de ello), tormentas, y que en cierta manera la vida de la gente se vuelva mas caliente (en el buen sentido de la palabra).
Ya saben soy una escritora empedernida, ama de casa, esposa, madre, y ya no le sigo porque sino me pareceré a esos memes que tanta gracia me dan ver en mis redes sociales acerca de mujeres luchonas; pero debo decirles que a pesar de todo esto y tratar de ser una mujer valiente, aun no puedo lidiar con las tormentas.
Recuerdo cuando era niña ir corriendo a la cama de mis padres a refugiarme o simplemente ponerme pegarme como sanguijuela pegada a mi hermana en su cama. Conforme fui creciendo, me fui haciendo a la idea que habría tormentas en la vida y no siempre serían por causas naturales, muchas de mis tormentas son por causas mías.
Aunque cuando era un poco más joven y antes de casarme por supuesto, aprovechaba los días de lluvia y en especial los de tormentas eléctricas para dejarme apapachar en los brazos de cuantos muchachos pudiera (los miedos traen buenas recompensas). Y ahora que estoy casada pues es mi mejor táctica para que mi esposo me consienta.
Pero a pesar de las explicaciones científicas que me doy y que en su momento le di a mi hija, no puedo con los sonidos que hacen los truenos, a veces pienso que los sonidos me transportan a una vida antepasada (tal ves yo era la diosa del rayo), o a veces a mi niñez o a momentos extraños que he tenido en la vida (y eso si que aterra).
Y está semana hemos tenido algunas tormentas y estar afuera de casa mientras está sucediendo, la experiencia no es muy grata que digamos, aunque lo gracioso fue que intente mantener la cordura, la postura y no tener miedo, pero la verdad es que casi no pude y fue así que rompí mi propio récord corriendo rumbo a la casa y con despensa en mano cargando.
No obstante ahora que lo pienso sería un muy buen ejercicio esto de correr por miedo, porque creo que del susto, la corrida y claro el peso de las cosas, me hicieron perder unos cuantos kilitos (que la verdad si necesito perder).
Ojala que las tormentas propias lograran esto: bajarme de peso, y no al contrario, y pienso que dan mas miedo esas situaciones que una simple tormenta eléctrica.
Pero como dicen, después de cada tormenta sale el sol o viene la calma, que yo espero que mi calma venga acompañado de un buen martini, un buen sexo y un buen libro.
