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Relatos Cortos

No soy un héroe…

El tiempo parecía haberse detenido, pero aun así lograba ver como la gente corría, gritaba, se aventaba; veía sus miradas de incredulidad; era difícil asemejar lo que estaban viviendo, lo que estaba sucediendo pero en especial de la transformación que comenzó frente a sus narices.

Soy una chica con discapacidad, así nací y me las he arreglado para sobrevivir, y más en este mundo donde la violencia y el miedo reinan. Donde salir es un gran reto; te asaltan a diario, te acuchillan por una moneda, intentan abusar sexualmente de una o uno solo porque sí, así que lo que esta pasando actualmente en esa estación de tren se siente como un milagro.

Aunque la pregunta es: ¿Y por qué a mi?. A mi que me gusta mi invisibilidad, porque en eso soy buena, aunque también soy un blanco muy fácil, pero he pensado que me tienen ya tanta lastima que ya nadie ni siquiera voltea a verme. Así que, ¿Por qué yo?.

Y parecerá loco, pero todo esto que les estoy platicando, lo estoy haciendo mientras no sé como estoy golpeando, aventando, mordiendo, levantando y amarrando a un grupo de cerdos delincuentes que ya nos tenían hartos en esta estación del tren; como he dicho todos los días es lo mismo.

Solo lo pensé, desee poder poner un alto a esto; ya uno no puede ir tranquilo sentado en un vagón, porque ya se escucho un grito, un quejido, amenazas, disparos, peleas, que se soy. Y yo solo quería que parara eso, mi día de por si ya apestaba.

Esta tarde antes de abordar el dichoso tren de la carnicería humana, me habían corrido nuevamente del trabajo, y ahora aquí estoy, peleando hasta con los dientes, y no crean que me salio un super poder ni nada parecido y tampoco crean que mi discapacidad se fue y ahora soy una super mujer, ni esas cosas bobas llamados milagros.

Simplemente me deje llevar, esta pinche adrenalina, ahora me creen héroe. Lo malo es que ahora tendré que cambiarme de ciudad porque soy tan reconocible y como dije, un blanco muy fácil; así es está vida, donde uno no puede darse el lujo de hacer un bien por un instante.

Pero por lo menos se que esta noche, la gente y yo iremos a la cama con una sonrisa en la cara, y mañana ya sera otro cuento, solo sé que tendré que llegar a casa a hacer maletas para poder huir de aquí. Espero que en mi nueva ciudad, mi lado heroico no haga de la suyas otra vez.

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