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Diario de una Ansiolitica

Diario de una Ansiolitica – ¿Qué me tienen que meter que?

Estamos a nada de las fiestas más bonitas y especiales del año,  aclaro no estoy hablando de mi cumpleaños, hablo de Acción de gracias, Navidad y Año nuevo, que como lo he comentado muchas veces, amo estas fechas y no solo es por la comida o los regalos (bueno a quien no le gusta que le den muchos regalos solo porque sí, sin importar si te portaste bien o mal, aunque en mi caso, siempre me porto muy bien), si no porque el ambiente es tan único, la gente se vuelve más bonachona, más accesible, no sé, se percibe un sentimiento en el ambiente de felicidad y tranquilidad por toda la ciudad (algo que siempre necesito).

Claro también están esos olores de la temporada, los olores a pino, a lluvia, la nieve, pero en especial de la comida, esas que uno percibe hasta estando encerrado en sus casas. Esos olores que te obligan a romper la dieta y te obliga a salir a pesar de estar casi a 15 grados bajo cero, pero que si somos sinceros el cuerpo los necesita (necesitamos mantenernos calientes, más de lo normal, algo así como lo hacen algunos animales cuando se preparan para hibernar) y más cuando se vive en lugares tan fríos como Chicago, que aunque se tenga calefacción en casa, el solo pensar en ir al baño, a uno se le quitan las ganas, no vaya hacer que le de a uno, un aire colado y ahí sí ya perdimos todos.

Y así como llegan esas lindas reuniones, y esas grandes comilonas, también llegan los eventos, que el encendido del árbol de Navidad, que los desfiles, que los mercados navideños (por cierto siempre llenos de muchas golosinas y comidas a probar), que los lugares pop up para tomarse miles de fotos, que la verdad me encantan esos lugares, y no solo por la cantidad de fotos que uno pueda hacerse, si no porque uno se divierte como niño, y para mi eso es casi perfecto, porque en esos lugares puedo ser yo misma, puedo gritar, brincar, correr, comer sin censura, fantasear, y por un momento olvidar mis dolencias, preocupaciones, mis ansiedades, simplemente ser yo (lo malo es que siempre me termina pasando algo raro, ya saben la historia de todos mis días).

Lo malo es que conforme nos vamos acercando al fin del año, tengo la costumbre de hacerme analisis de todo, para saber como ando y de cómo terminare el año en curso, y aunque no me guste (si ya se, pero si todo el año me la paso en hospitales), hace que me sienta más tranquila, así que aparte de las listas de compras, de la compra para las cenas, de los muchos regalos faltantes por comprar, pues le aumentó las interminables y graciosas, locas y a veces estresantes visitas a los doctores.

Pero es un mal necesario, se que así empezaré bien el año, obviamente con mi estrés de siempre y mis preocupaciones, y tal vez una dolencia por aquí o por allá, pero al saber que realmente estoy bien y también mi familia, en poca cantidad logra esto mantener mi cordura en su lugar. 

Así que la primera parada fue con la dentista, así es, nuevamente tuve que ir con ella. Y como ya lo sé, por más que trato de cuidar mis dientes, no falta aquella muela que ya esta picada o descubrir que a mi edad aun me este saliendo una muela del juicio, que acaso será que por eso soy como soy, lo poco de juicio que tengo está en una sola muela la cual están pensando en quitarme, o será que la falta de juicio es de nacimiento o ya me la trague así como la vergüenza que creo ya no tener.

Además la dentista siempre tiene razón, después de todas las chucherías que me como, es difícil no encontrar algo malo en mi dentadura, lo malo es que es de esos gustos culposos y es algo que más disfruto de la vida, comer lo que se me antoje aunque sea malo para mi; pero si lo pienso también hay otras cosas mejores que uno puede comerse y meterse a la boca y no siempre son dañinas, al contrario pueden ser unos deliciosos manjares.

Pero ya hablando en serio, la cita al consultorio dental es uno de los primeros en mi lista, porque soy malisima en esos lugares, la verdad es que me convierto como en esos niños que apenas si ven un abatelenguas o algo parecido y ya se están vomitando, que si ven una jeringa ya se están desmayando, llorando o pataleando, son esos lugares en donde lo mejor que pueden hacer es anestesiar pero de cuerpo completo. Recuerdo la última vez, la pobre doctora sufrió de algunos percances míos, y es que mi cabeza tampoco suele ayudar mucho en estas situaciones, se vuelve más loco de lo que es, comienza a imaginar esas escenas de esas películas de horror donde el dentista es un loco asesino y pues así no se puede.

Y ahora que recuerdo, me vino a la mente el regreso que hicimos hace poco de México, esa dichosa prueba para saber si teníamos o no Covid, un requerimiento que piden a fuerza en Estados Unidos para poder entrar, fue uno de los momentos más espantosos que he vivido y creanme, que he tenido momentos muy espeluznantes y bizarros, pero como ese día, jamás; la prueba consistía en meternos por nariz y garganta unos hisopos del tamaño más grande que puedas imaginarte. Yo llegue como siempre con los nervios de punta, con el estómago revuelto solo de pensar en lo que harían y para cuando nos tocó, que gracias  a Dios le tocó primero a mi esposo, pues solo de ver lo que le hacían, yo ya me había vomitado tres veces, y para cuando me toco mi turno, pues yo ya me encontraba demasiado mal, era tanto mi asco y miedo, que después de casi una hora de intentos de meterme el hisopo por la garganta,  las enfermeras muy lindas optaron por solo hacerme la prueba a través de  mi nariz (cual lindas, ya les había colmado la paciencia y la fila de pacientes había crecido bastante, pero agradezco que no me lo hayan hecho).

Pero retomando la visita al dentista, después de las caries encontradas y de mi falta de juicio bueno más bien de lo único que me queda de ello, la dentista recomendó que debo usar una guarda, porque como soy una mujer que se la vive viviendo en el estrés, pues mis dientes lo están resintiendo. Así que debo usar una cosa transparente (realmente asquerosa), la cual deberé usar casi todo el día, solo quitarla para comer (eso ya hubiese sido el colmo, ya ni mi nutriologa me pone esos límites).

No podre casi hablar (creo que mi esposo se puso de acuerdo con la dentista), tengo que dormir con él, que según ésto lograra calmar un poco los nervios, pero como se lo hice saber: para empezar tiene que tomar una muestra de mis dientes con algo arcilloso, o sea ya empezamos mal, porque obvio no me dejare a menos que me tenga amarrada o super anestesiada, luego esa arcilla la tiene que meter y sacar de la boca para que quede a mi medida (que la verdad prefiero otras cosas en mi boca), o sea otro punto malo, con lo asquerosa que soy, le dije que no logrará meter ni un milímetro de esa cosa de arcilla en mi boca, otro punto, tengo que dormir con esa cosa puesta y si me la trago me estresara más y su funcionamiento se irá a la basura, y luego que me diga que tendré que hablar menos porque esa cosa no me dejara hacerlo entendible, pues para con todos estos puntos, es casi un no, pero gracias por la recomendación.

Al final la dentista dijo que solo era una sugerencia, pero que sería lo más sano para mis dientes, así que no me quedó de otra que aceptar, pero le comenté que será hasta el próximo año y que dejaré que me haga todo lo que se necesite pero super anestesiada, o sea de cuerpo completo, para así no sentir nada y que la pobre mujer está vez salga ilesa. 

Mientras aprovecharé estos días para poder comer  a mis anchas y todo lo que pueda y me entré (creo que mi nutriologa me matará), hablar y decir todo lo que no podré decir en su momento y también intentaré mantener lo poco de juicio que me queda antes de que me lo quiten, y obviamente seguirme volviendo loca, con esas listas que no tienen fin.

 

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