Cuando uno piensa que está a punto de salir todo bien, la cabeza y las circunstancias dicen no te ilusiones que ahí te voy. Así es como estoy estos días, regresa la incertidumbre, los nervios, la emoción, el fastidio, la alegría, bueno los altibajos y muchas subidas; diría Ron de Harry Potter, – Una persona no puede sentir todo eso, explotaría- pero nuestra querida Hermione daría una de las mejores respuestas – Es que tienes tanta sensibilidad como una piedra.
Y esa es nuestra realidad, en segundos nos puede abrumar todo. Y nuestro día a día cambia por completo. Aunque he aprendido a vivir con eso, y mi familia ni se diga; tanto así, que mi esposo bromea mucho con eso, su técnica es no decir nada, salir corriendo y aventarme mini chocolates y una manta para hacerme rollito.
Así que lo pasada de peso que tengo no solo es porque sea muy chuchera, mi esposo tiene mucho que ver, y la verdad es que es lindo que haga eso. Pero al punto que voy, es que la presentación del libro se ha tenido que mover por las circunstancias de la pandemia.
A estas alturas me sigo preguntando, de quien realmente hay que cuidarnos, de la pandemia, la violencia, del vecino, de los políticos, de uno mismo; porque en resumidas cuenta a donde uno voltee o respire algo bueno o malo saldrá.
Pero bueno, a parte del retraso de la presentación del libro, está semana hubo muchos cambios, sorpresas, noticias y mis emociones han estado como pedo sin lugar. Como ya había comentado comencé con una dieta (que debo decir, la he estado respetando al cien por ciento), pero esta semana hice algo que jamas hago, salí a convivir con un grupo de grandes mujeres.
Realmente me sorprendió, porque debo admitir, no he tenido mucha suerte siendo sociable, siempre le encuentro defectos a la gente y creo que me he vuelto un poco huraña y también muy hogareña. Claro me gusta salir, amo salir, pero la mayoría de las veces es tiempo para mi tiempo de calidad.
Ademas pienso que con mi carácter, muchas o muchos estarían buscando la salida de emergencia para huir despavoridos después de 10 o 15 minutos a mi lado, y no es porque sea mala, pero suelo preguntar mucho, mirar mucho, hablar por los codos, gritar, reírme a carcajadas, bueno simplemente ser yo. Y cuando algo no me gusta, suelo dar una explicación tan explicita que ya nadie quiere debatir conmigo.
Pero está reunión realmente me agrado, pude hacer clic con más mujeres muy de mi estilo, abiertas de mente, centradas, locas y felices. Aunque aquí es donde llegamos a lo divertido, siempre he dicho que el mundo es muy pequeño, y así es.
Como les platicaba estoy a dieta, pero en estas salidas uno no puede darse el lujo de comer ensaladitas, la tentación es barbara y como soy un poco débil en ese sentido pues el comer un poco nada saludable es mi pecado. Así que me compre un rico crossaint con una mini coquita.
En lo que llegaba la comida, la charla estuvo grandiosa y poco apoco comenzaron a llegar más y más mujeres, realmente me sorprendió que muchas hayan asistido y más porque muchas iban con la misma idea que yo, o sea con expectativas muy bajas.
Por fin llego la comida y cuando estaba a punto de disfrutar de la primera mordida (se me hacía agua la boca), tenía frente a mi en la misma mesa, en el mismo grupo de mujeres a mi nutriologa. Hubiesen visto la cara que puso, y mi cara delataba todo, yo solo quería desaparecer en ese instante o salir corriendo claro con mi cuernito en la boca. Al final nos reímos de lo ocurrido, me dijo ahí que no pasaba nada el darme un gusto.
Debo admitir que me sorprendió muchas cosas de estos días, esperaba muy poco y es gratificante saber que a veces la vida le sonríe a una. La dieta sigue y la sigo respetando. Aunque debo contarles, al día siguiente mi nutriologa si me dio un jalón de oreja, pero lo que no supo es que ese día termine no solo comiendo crossaint, remate la noche con una rica y deliciosa hamburguesa; pero esto queda entre nosotras.
