Los Golden Raspberry Awards, mejor conocidos como Razzies, fueron creados con la intención clara de señalar qué fue lo peor en el mundo del cine en el año en cuestión y curiosamente el origen de este premio, en su momento, fueron cintas consideradas como pésimas; aunque la película de la que platicaremos, si bien, su status no ha mejorado, su banda sonora la pone todavía en las mentes y oídos de los amantes de la música.

Estamos hablando de Xanadú, una película de 1980 que fue dirigida por Robert Greenwald, un director que ha tenido más suerte en los documentales. Fue la última participación en Hollywood del legendario actor y bailarín Gene Kelly y, para muchos fue también la caída en gracia de sus estrellas juveniles: Michael Beck, quien venía en ascenso al participar en Los Guerreros y, Olivia Newton-John, la adorable cantante australiana que buscaba su segundo hit en el cine tras el éxito de Vaselina.

Desde que uno ve el guión sabe que es difícil pensar si al público le gustaría una cinta que involucraba baile, patines (¡muchos patines!), música disco (en un periodo donde la música disco ya iba de salida) y mitología griega.  La historia nos cuenta como una musa griega decide darle inspiración (y amor) a un joven que intenta hacer una discoteca para patinadores, con el apoyo de un bailarín que busca también revivir glorias pasadas.

Uno podría ver esa cinta con los ojos de quienes odiaban la música disco y las ondas juveniles de la época (más o menos este autor intentando ver una producción similar, pero con reguetón y perreo) y es claro que la película iba a ser un pedazo de basura. Y no es incomprensible que la moda saliente de la época fue un factor para que fuera nominada, pues la ganadora del Razzie sería otra película basada en la cultura disco, Can´t Stop the Music, un musical protagonizado por The Village People. 

El desarrollo de la historia es muy entrecortado y hace notar que Kelly necesitaba el trabajo y lo hace tan bien como puede, pero nos mostró que Michael Beck cantaba y actuaba tan mal como bien supo dar golpes en Los Guerreros y Olivia Newton-John, con todo respeto a su voz, demostró que su éxito en Vaselina se debía más a su habilidad para cantar que para actuar. 

Encima tuvo una mala dirección que llevó a Greenwald a la triste fama de ser el primer director con un Razzie en su carrera. Pudiéramos pensar que, sólo porque Neil Diamond salió ese mismo año en The Jazz Singer, Beck iba a tener el mismo destino y que una joven Brooke Shields le quitaría a Olivia el, ahem, ¿privilegio? de ser la primera peor actriz gracias a La Laguna Azul.

«…es el legendario super saiya… ah, aún no inventan esas cosas en Japón…»

Y ya no hablamos de los efectos especiales baratos que usaron en la época. que buscaban emular aquellos usados en Superman y que se limitaban a darle un toque de extra brillo neón a los personajes -algo horrible… pero ya visto con ojos más recientes, lucía muy… ochentero-. Vamos… hasta hay una referencia a Xanadu en el video de Safe and Sound de Capital Cities, donde los bailarines de la época usan ese efecto visual. Esto la volvió un poco de culto.

Lo que si merece un aplauso es su banda sonora, con fuerte influencia de las tendencias de la época -si odias la música disco, te tendrías que apartar-, pero su fidelidad a la historia le da tal fortaleza que les aseguro que la experiencia musical es más satisfactoria que la cinta misma.

Vean la escena final, donde recortan canciones sin ton ni son -señal de que los editores tenían todo menos empatía con un público que quería ver cantar a Olivia, no a ver un resumen de su concierto-, una demostración de que la película no hacía justicia a su música.

Y es que de un lado teníamos a Olivia Newton-John con una voz poderosa, inocente, adorable. Sabemos muy bien que era la actriz perfecta para hacer a Sandra Dee en Vaselina y supo explotar bien ese potencial en los años siguientes, al grado que vendría a influir a otras cantantes de otros géneros en diferentes países. ¿La voz kawaii de las cantantes japonesas? Sí, denle las gracias a ella.

De ella tenemos dos momentos geniales, Magic y Suddenly. Las dos canciones son ya clásicos de la cantante australiana, con Magic nos podía hipnotizar con esa voz y realmente sentir que la magia fluía en ella y podía incluso que pudiéramos oírla hasta en nuestros sueños. Suddenly es un dueto con Cliff Richard que funciona perfectamente fuera de la cinta (sí, aún no concibo a Michael Beck haciendo como que canta la canción y prefiero al exitoso cantante pop que tome su lugar).

Ahora sumen que la otra parte de la banda sonora se la debemos a Jeff Lynne y su proyecto Electric Light Orchestra, para mi una de las bandas conceptuales más exitosas de la época, que sabía crear un grupo de canciones y conjuntarlas para contar una historia (especialmente cuando escuchamos un álbum tan hermoso y bien ejecutado como El Dorado).

Todo el lado 2 de la banda sonora (de las pistas 6 al 10 del reproductor que les ponemos arriba) es adueñado por la banda británica que, a mi parecer, hace una historia completamente diferente a la de la película (es obvio que, mientras Olivia muestra esos detalles de inspiración y amor de un lado, vemos la historia contada del otro lado del LP), si uno hubiera pensado que ese fondo coral que buscaban con la música de ELO hubiera quedado más amarrada, quizá la cinta hubiera tenido un mejor final.

Y el tema de Xanadú tiene esa sensación de perfección, la voz mágica de Olivia, la instrumentación electrónica y orquestral de Jeff Lynne, quien se hace a un lado del micrófono para darnos una de las canciones más poderosas de inicios de los ochenta.

Ante semejante combinación, era obvio que, pese a la mala fama de la cinta, era inevitable escuchar las canciones, amaras u odiaras a Olivia o a ELO, el resultado fue que Magic y Xanadu dominaron las listas de 1981 de Estados Unidos y el Reino Unido respectivamente y la banda sonora sería la quinta más popular de esa época. Curiosamente una de sus canciones, Suspended in Time, no tuvo tanto cariño y fue a pelear un Razzie.

Tristemente el fracaso de la cinta, también marcaba el fin de una era musical del que ni Olivia ni ELO pudieron escapar. Cierto, vendría aún el mayor éxito en la carrera de Olivia Newton-John musicalmente con Physical, un trancazo total en ventas y de ahí desapareció lentamente de la escena. ELO todavía tendría cierto éxito con álbumes como Time y Secret Messages, pero ya no pudo colocar una canción tan exitosa como Xanadú en las listas, disolviéndose la formación clásica a mediados de los ochenta.

 

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